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persona disfruta de la felicidad, es el premio por sus buenas acciones. Pero la ley del mundo es tal que se acusa al aparente hacedor (nimit, persona que infringe el sufrimiento). La ley de Dios, la Ley real, pilla al verdadero culpable. Esta ley es exacta y nadie podrá cambiarlo. No hay ley en este mundo que pueda infligir sufrimiento a nadie. Seguramente tendrá que tener algo de culpa si la otra persona te culpa a ti ¿Por qué no destruir el error? En realidad, nadie puede causar daño a otros. Cada ser vivo es así de independiente. Si hay algún sufrimiento, es a causa de nuestros propios errores pasados. Una vez que estos estén aniquilados, no habrá nada pendiente.
El mundo no está hecho para el sufrimiento. Está hecho para el disfrute. Las personas reciben lo que les toca según su cuenta karmica ¿Por qué algunos son felices mientras que otros sufren? Es porque han traído esa cuenta consigo. Si estas sufriendo es por tus propias faltas. No hay más culpables. Desde la perspectiva del mundo, el que hace daño es el culpable, pero la ley de Dios dice que la culpa es del que sufre.
El resultado de nuestros propios errores
Cada vez que experimentas algún tipo de sufrimiento es el resultado de tus propios errores. Sin nuestra culpa no tendríamos por qué sufrir. No hay nadie en este mundo que te pueda causar el más mínimo daño, y si alguien lo hace es sólo por tu propio error. Él/ella no tiene la culpa. Tan solo es un instrumento (nimit). Por tanto la culpa es del que sufre. Una pareja se pelea y más tarde se va a dormir sin dirigirse la palabra. La mujer dormirá plácidamente, mientras que el marido estará inquieto, preocupado, dando vueltas en la cama. Con esto entenderíamos que la culpa es de él. La esposa no sufre. En cambio, si es la mujer la que está inquieta y el marido está roncando, la culpa es de ella. Quienquiera que tenga la culpa sufrirá. Esta es una ciencia muy profunda. El mundo siempre condena al instrumento (nimit).
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